miércoles, 3 de agosto de 2011

Está pasando esto

En una columna reciente Tironi plantea implícitamente una cosa: hay un grupo más escolarizado, y en consecuencia con mayor capacidad para cuestionar algunas cosas; y de manera explícita, que no estamos en la antesala de una crisis política ni mucho menos en el horno de la revolución. Esto lo comparto, sobretodo porque históricamente nuestro país no ha hecho efectivo los sueños revolucionarios de algunos grupos (sí los reaccionarios). Lo que no comparto es la interpretación que hace de este fenómeno, es decir, que en Chile hay un grupo que cuestiona la entrada al sistema puesto que no se aceptan ciertos valores del mismo i.e. competencia y ganancia, y que hay, evidentemente esto no lo expresa abiertamente, que agradecer la bondad de un sistema que ha permitido tener la capacidad de verse a sí mismo, incluso de manera crítica. Junto con lo anterior, resulta extraño que Tironi hable directamente del promedio 15M, cuando en realidad lo que muchos están viendo es el Gini Index, que para nuestro caso es de 52 (recordemos que dicho índice clasifica a Argentina con 46, es decir, Chile es más desigual que Argentina) en otras palabras el problema no es que haya más, sino que hay una desigualdad persistente. (Recientemente en CEPAL apareció el ex-Ministro Velasco señalando que nadie se había dado cuenta de la tremenda desigualdad entre el primer y último decil ¿no es eso acaso una desfachatez?) Efectivamente no hay una guerra total contra el autoritarismo, pero sí contra la desigualdad, y creo que ésta si no es hermana de la escasez es al menos su prima.
Con respecto al cuestionamiento del lucro y entregando como referencia casi imbatible que Chile ha recientemente elegido a uno de sus más exitosos precursores, cabe señalar que este cuestionamiento no es ningún caso nuevo –algo dice Tironi sobre cómo se constituye el movimiento popular que participó en derrocar a Pinochet—pero también es menester recordar que el movimiento estudiantil de 1997-1998, liderado por Rodrigo Rocco logró, respecto de la educación, poner la discusión en los mismos términos, es decir, competencia y ganancia no es la mejor ecuación para la educación pública. Acordémonos que los resultados de dicho movimiento hicieron que la Universidad de Chile tuviera cambios importantes en su estructura. La continuidad y transformación del actor social, y esto es raro que lo haya pasado por alto Tironi, cuando una de sus mentores fue Touraine, se juegan en la renovación de sus “petitorios”, y en este caso, el auto-financiamiento como estrategia inadecuada de sobrevivencia de la educación pública, que junto con volver a la agenda noticiosa, es la que estructura el sentido de identidad colectiva de dicho actor.
Con respecto a pasar el problema a un asunto de clases, i.e. la clase media opacando a los pobres, en esto estoy definitivamente en desacuerdo—generalmente prefiero leer al Tironi columnista como político, que como sociólogo, porque lo que veo es un rechazo a prácticas de la elite política-económica-religiosa del país, en otras palabras el problema no está abajo, está arriba, así que a Tironi le devuelvo la pelota. Quisiera hablar de desconfianza total hacia dicho cuerpo social que ejerce el poder formal en Chile, pero eso no es tal. En general los juicios de la “opinión pública” son moderados, y cuando estos se extreman es respecto de algunas prácticas, ni el lucro es rechazado de plano, ni el orden institucional (no he visto a nadie diciendo hay que buscar una fórmula para sacar a este señor lo antes posible, sino que más bien he visto gente contando cuantos días faltan para que se vaya), como tampoco que Dios haya dejado de ser nuestro copiloto. El verdadero relato es contra el abuso de los que detentan el show, no estamos ante la formación del neo-hippismo, estamos ante una ciudadanía que percibe a un gobierno cuya vulnerabilidad más manifiesta es no saber hacer política, una Iglesia Católica que se desvío sola del derrotero de la solidaridad, una concertación castigada electoralmente, y para la guinda de la torta frente a una empresa del retail haciendo la bicicleta. El problema, repito está arriba no abajo, puesto que la forma a la cual han recurrido las “clases medias” y los “pobres” para mostrar su disconformidad es el sano ejercicio democrático de movilizarse pacíficamente y mostrar puntos de vistas.

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