En la discusión de los representantes del movimiento estudiantil con los miembros de la comisión de educación del Senado, entre muchas de las cosas que se vieron, se develó a mi juicio uno de los principales aspectos de forma y de fondo sobre cómo Chile ha sido construido históricamente, i.e. la reproducción continua de prácticas de clase.
Cuál es el origen de los representantes estudiantiles, en una sola palabra diverso: un representante de estudiantes mapuches, representantes de regiones, una mujer de colegio particular subvencionado, un joven que creció comiendo en la JUNJI, y un deportista. Y en el lado de los senadores de la concertación que forman parte de la comisión de educación, cuatro de seis tienen los siguientes orígenes: una hija de un ex-presidente de Chile, un hijo de otro ex-presidente de Chile, un hijo de un ex-ministro de relaciones de exteriores y el cuarto cuyo hermano también es senador pero además ya había sido ministro de relaciones exteriores. La apreciación de esta coincidencia permite que se entienda con mayor claridad parte de la pregunta por qué hay tanta desafección con la concertación, y por qué el movimiento estudiantil va avanzando sólidamente en el terreno de la legitimidad. Son aspectos de forma que importan porque finalmente los procesos democráticos de ambos conglomerados (unos de constante auto-observación, y otros proveniente del sistema binominal) muestran hoy día a representantes con distintos orígenes sociales. Los resultados de ambos mecanismos inciden en que se pueda diferenciar el discurso y las prácticas que ambos grupos tienen. Por qué énfasis en el origen de ambos grupos políticos, porque la manoseada igualdad de oportunidades, se aprecia con mucha nitidez en un grupo en comparación al otro, y esto, creo, finalmente le da más consistencia a las prácticas y discursos políticos que están en disputa.
Evidentemente es mucho castigo encasillar a algunos representantes de la cúspide de la concertación por el solo hecho de que ellos no tuvieron posibilidades de elegir nacer donde lo hicieron, pero además porque lo que se manifestó ayer fue una evaluación al funcionamiento de toda la clase política tout court (¿accountability no le dicen?). En primer término, al mencionar los resultados de las políticas de educación desarrolladas por el estado chileno desde Pinochet y continuadas con la concertación, que dicho sea de paso es el fondo de la discusión que los estudiantes sostuvieron con los senadores, quedó confirmado su rotundo fracaso. Un solo ejemplo de ello, el SIMCE, en palabras de uno de los dirigentes, “no mide aprendizaje, mide vulnerabilidad”. En segundo término, la respuesta que otros de los dirigentes hizo a la frase de Piñera “nada es gratis en la vida” desnudó también una forma cultural no solo de hacer política sino de interacción cotidiana en la elite. El representante preguntó legítimamente qué favores tendrá que pagar el Presidente el cual lo lleva a decir una cosa así. Esta frase finalmente no sólo identifica la retribución de favores como mecanismo, me atrevería a decir primordial, de convivencia, pero además muestra que algunos tienen un tipo de capital social que les permite reproducir su propia clase ¿y entonces qué pasa con la meritocracia y la solidaridad? quedan en estado de ilusión. Parafraseando a un español diríamos menudo presidente elegimos.
Creo que para comprender la contundencia de estos diagnósticos y avanzar hacia una educación integral (gratis y de calidad) es necesario que la clase política abandone ya prácticas técnicas y políticas que ha tenido, implica en definitiva que aprendan a perder. Hay personas que andan sacándose el pillo con que estos estudiantes son hijos de la democracia, son hijos de las políticas de educación de la concertación, entonces dicen algo bien hicimos, pero intuyo, estudiantes brillantes han habido siempre. Que algunos quieran darle una explicación causal a la coincidencia entre la habilidad para aprender que estos estudiantes están desarrollando con el sistema educacional actual, es tan espurio como pensar que en Estados Unidos ha desaparecido el racismo porque eligieron por primera vez a un presidente “afro-americano". En Chile los datos muestran testarudamente que el origen social de los alumnos es más relevante para entender la distribución de los resultados de los test estandarizados de nuestra educación que el establecimiento educacional donde estudiaron. El mérito hoy está con el movimiento estudiantil en forma y fondo.